Por
Lidia Barboza Norbis
El 100 % de los
profesores de educación media en Chile tienen titulación, es decir que son
"verdaderos" profesores. El egreso de la educación media en Chile es
del 80 %. A partir sólo de estos números no se puede deducir la calidad de la
educación, pero al menos cada gobierno chileno sostiene la misma política:
nadie puede dar clase sin formación de profesor para ocupar un puesto de
trabajo en el sistema educativo. En Uruguay el egreso de la educación media es
38 %.
¿Qué ocurriría en
Uruguay si en la enseñanza media se colocara un incentivo para los
"verdaderos" profesores (con título específico), que representan el
59 %, y se procurase “formar en servicio” al otro 41 % que jamás se ha formado
como profesor?
¿Acaso una inversión
fuerte en formación no tendría algún impacto positivo sobre los resultados del
sistema? ¿Acaso se produciría una revuelta nacional fomentada por los que nunca
se han formado como profesores y por necesidad económica se han refugiado en el
sistema educativo para no estar “en paro” (desempleados)?
¿Acaso se continuaría
solicitando "igual salario" ante condiciones de formación diferentes?
En lugar de seguir solicitando mejora en “los resultados”, partiendo de bases
insuficientes, ¿no sería necesaria una política de desarrollo profesional realista
y una evaluación continua de los niveles de avance?
¿Qué valor social
tiene el ejercicio del derecho a un buen salario según la formación y al mismo
tiempo la obligación de estar formado para la responsabilidad que se asume?
Hasta tanto esto no lo entiendan políticos y sociedad, se estará hipotecando el
futuro del país. Toda solución ante un problema complejo, como es la situación
de la educación, siempre requerirá analizar factor a factor y diseñar políticas
justas y realistas para reducir o neutralizar las causas estructurales que son
un lastre histórico. Medidas provisorias y reclamos en cada momento de
definición presupuestal, sólo muestra a un país que se mueve espasmódicamente y
termina orientándose por lo que indican organismos y consultores
internacionales.
¿Acaso algún
gobernante se pregunta por qué poco más de la mitad de los docentes de
educación media ha culminado una carrera de profesor?
¿Quiénes tienen la
responsabilidad por la situación de extrema pauperización de la infraestructura
edilicia, el aumento del gasto apostado
a la burocracia, una formación docente insuficiente, desactualización y
ausencia de sentido de la educación para las jóvenes generaciones, sino los
malos gobernantes?
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